Margaret Atwood (Ottawa, 1939), es una de las más importantes voces literarias actuales: poeta, novelista, cuentista, ensayista, conferenciante, activista cultural (especialmente en áreas vinculadas a los derechos humanos, los temas de género y los problemas ecológicos). Su narrativa resulta difícil de clasificar, pues abarca desde historias realistas hasta la ficción especulativa, pasando por el policial y la novela histórica, pero siempre aludiendo críticamente a nuestro presente, siempre oscura, incisiva, enérgica, humorística y llena de pura poesía. Ha recibido importantes premios literarios (entre ellos el Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2008) y su nombre figura desde hace algunos años como candidata al Nobel.
En su narrativa destacan, entre otras, “La mujer comestible”, “Ojo de gato”, “La novia ladrona”, “El asesino ciego”, “Doña Oráculo”, “Orix y Crake”, “El año del Diluvio”, “Chicas bailarinas (cuentos)”, “Desorden moral” y, especialmente, “El cuento de la criada” y “Alias Grace”.

“El cuento de la criada” (1985) es una distopía que nos muestra un futuro cercano en un Estados Unidos donde rige una dictadura fascista-fundamentalista que ha anulado, entre muchos otros, los derechos de la mujer. Se trata, dice Atwood, de “un relato imaginario de lo que sucede cuando ciertos no infrecuentes pronunciamientos sobre las mujeres se llevan a sus conclusiones lógicas”. Un relato aterradoramente posible, donde el miedo devora la libertad individual, donde el fanatismo se apodera de todos los sentimientos (in)humanos, llevando la misoginia y la degradación de las condiciones vitales de la mujer a su más negra expresión, en el marco de un régimen totalitario, violento, ultraconservador, tradicionalista, teocrático, misógino, homofóbico, resultado del acceso al poder del fundamentalismo cristiano.
La serie televisiva de diez capítulos [realizada por Hulu, un servicio de streaming que aún no llega a Chile, pero que no es difícil de conseguir, pues circula ampliamente entre los aficionados al DVD], es una fiel traducción de la novela al lenguaje audiovisual, lo que la hace merecedora de todos los premios obtenidos y la ubica como una de las mejores series de 2017 y tal vez de la década.
Todos los recursos del lenguaje audiovisual son empleados inteligentemente por el director Reed Morano para sumergirnos en esa terrorífica sociedad. Con una visualidad poética y sorprendente, que privilegia la expresión de los rostros de los personajes, por encima de los escenarios propios de una historia futurista, apoyándose en las impecables actuaciones, especialmente de Elisabeth Moss, quien encarna a la perfección a la protagonista, en una contradicción constante entre su comportamiento de mujer reeducada y cosificada y lo que realmente piensa, ansía y siente.
En resumen, una serie ambiciosa, rica, compleja, bellamente realizada, que eleva la televisión a un nivel superior.

En “Alias Grace” (1996), por otra parte, Margaret Atwood nos lleva al pasado, a la época victoriana, en la Canadá de mediados del siglo XIX, para indagar, con un claro enfoque femenino, en la historia real de una joven criada acusada del asesinato de sus patrones y recluida en una institución mental.
“Alias Grace” explora la situación política del momento, las diferencias de clases, la injusticia, la pobreza, la represión, la situación de la mujer. Por momentos, la historia parece un cuento de terror gótico, debido al tono de la narración en primera persona de Grace y la influencia de las supersticiones, así como de los sueños y las imágenes del subconsciente, ventanas que se abren para permitir un escape de ese mundo opresivo.
Nuevamente nos encontramos aquí con esa contradicción entre los pensamientos de la protagonista y las acciones a las que la conduce su situación. Es el mundo interior de la mujer permanente abusada y atropellada brutalmente, la dualidad entre lo que la sociedad le dice que “debe ser” y lo que realmente “es”, todo aquello que terminará por condenarla de por vida.
Pero hay otra dimensión presente en la historia: la ambigüedad y fragilidad de la memoria, una pregunta constante (y no plenamente contestada) acerca de quién es realmente Grace ¿ángel o demonio? ¿víctima o victimaria?¿ingenua o loca?
La serie de seis capítulos (disponible en Netflix) es, sin dudas, una adaptación sofisticada e inteligente, notablemente fiel a la novela, destacándose la brillante actuación de Sarah Gadon, quien da vida a la rica complejidad de la protagonista.
El guión de Sarah Polley nos sumerge en el drama de Grace como mujer, mientras se van desarrollando una serie de historias que nos conmueven, nos sorprenden y cautivan, configurando un dramático y ameno rompecabezas que, como espectadores, debemos resolver... o no; enganchándonos en el juego al que nos lleva Grace, convirtiéndonos en jueces, espectadores y víctimas de su relato.
En suma, un drama que refleja los problemas de la feminidad en la era victoriana mediante una atrapante y conmovedora historia de pasión, muerte y engaño.
Dice Margaret Atwood: “con Alias Grace podemos mirar hacia atrás , hacia de dónde venimos como mujeres y El cuento de la criada es una historia reveladora de hacia dónde podríamos ir”
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