El pasado Lunes fui a una de las dependencias de Fonasa, para comprar un bono médico, pero luego de un rato de espera, apareció un señor que amablemente nos indicó que no atenderían esa mañana pues se había “caído el sistema a nivel nacional”.
Con algo de bronca y decepción, me puse a reflexionar en otras “caídas de sistema”, como por ejemplo, la caída del sistema electoral binomial que tantas sorpresas nos deparó en la reciente elección.
O la caída de la verdad como valor social y personal. Me refiero a la llamada “posverdad” (de la que hemos hablado en artículos anteriores), es decir, la mentira deliberada en los medios de comunicación que va construyendo una supuesta verdad. Un reciente estudio de El Mercurio muestra que hasta noviembre de 2017 circularon en nuestra WEB al menos 80 noticias falsas, las que fueron compartidas, vistas o leídas ¡¡3,5 millones de veces!! La mayoría referidas al ámbito político, pero también a la farándula, desastres naturales, promulgación de leyes ficticias, catástrofes naturales, enfermedades y otros peligros ¡se nos cayó el sistema de los medios de comunicación digitales!.
Pero en realidad no era nada de esto lo que quería comentar hoy. Simplemente me quería referir a dos interesantes películas que circulan en nuestros cines.

Una es “The Square”, filme sueco premiado, entre otros, con la Palma de Oro en el último Festival de Cannes, dirigido por Rubén Östlund, de quien conociéramos “Fuerza Mayor”, una historia brillantemente contada de un padre que prefiere salvarse a sí mismo, dejando a su familia a merced de una avalancha en un centro de esquí, y las consecuencias posteriores de esto. Allí ¡se cayó el sistema familiar!
En su nueva película, Östlund, entrega una sátira elegante y profunda, narrada en un estilo por momentos realista, y en otros, surrealista. Ahora el sistema que se cae es el del mundo mediocre que a menudo suele esconderse tras etiquetas como las de “arte de vanguardia” o “posmodernismo”, con su retórica rebuscada (su “metalenguaje”) y sus mediocres administradores museísticos. Pero esto es sólo la primera capa de la película, que a partir de ese submundo construye una mirada extraña, inconfortable y fascinante de las clases acomodadas y “cultas” de la sociedad europea.
Una inteligente y divertida caricatura, incómoda a ratos, magníficamente filmada y actuada, que requiere, sin embargo, de un espectador activo y dispuesto a entrar en el juego. Pero si eso se logra, les aseguro que pasarán un muy buen rato, que les dejará muchas cuestiones sobre las cuales reflexionar.

La otra película es “Suburbicon: Bienvenidos al paraíso”, una comedia negra dirigida por George Clooney, con guión de esos genios que son los hermanos Joel y Ethan Coen.
Esta vez el sistema que se cae es el del “sueño americano”, ese sueño que en los ‘60 se transformó en pesadilla al derrumbarse la “inocencia” de esas “perfectas” comunidades de los suburbios y aparecer, tras los hermosos chalets, la discriminación racial, los atropellos sociales, la competencia, el individualismo, los negocios turbios, etc. Es un tema esencial que nos remite, por ejemplo, a los grandes filmes de David Lynch, tratado aquí de manera estilísticamente original y con un retorcido sentido del humor, propio de los Coen.
Si bien el filme se inscribe en la línea del “cine negro”, el guión de los hermanos Coen y la eficiente dirección de Clooney, hacen explotar desde dentro todos los convencionalismos del género, para entregarnos una parodia divertidísima, que podríamos describir como un Hitchcock visto con el humor de los Coen y la fluida dirección de George Clooney. Mención aparte merecen las sólidas actuaciones de Matt Damon, Julianne Moore y ,especialmente, Oscar Isaac. Es destacable también la reconstrucción de los suburbios de los años ‘60, un vecindario completamente WASP (White Anglo-Saxon Protestant), con sus casitas intercambiables, sus llamativos vestuarios, sus automóviles ostentosos.
Una deliciosa comedia negra que, probablemente, no gustará a la Academia por la acidez de su visión crítica, pero que recomiendo calurosamente por la lograda fusión entre historia criminal, comedia oscura y drama social y por su positiva visión de la amistad interracial entre dos niños.
Bueno, aun resta algo de espacio, pero debo terminar aquí pues ¡se me cayó el sistema computacional!
Shabat Shalom |