En la tradición judía cada vez que llega a nuestra boca un alimento y cada vez que finalizamos de comer debemos pronunciar una braja o bendición.

Esta bendición significa, antes de comer, nuestro reconocimiento que no somos dueños de la tierra donde habitamos.

D-s nos ha prestado el mundo en el que vivimos y nosotros a través de la bendición estamos pidiendo permiso para usar y gozar de ese mundo que nos han prestado.

Si llegamos a una casa que no es nuestra, y queremos comer algo en ella, debemos lógicamente pedir permiso a su dueño, o al menos informar de ello a su real propietario. Así hacemos antes de comer, al pronunciar una bendición. Esa bendición se conoce como “braja rishona”, primera bendición.

Una vez que ya hemos comido, es el momento de agradecer por haber tenido la posibilidad de satisfacer nuestras necesidades físicas y cumplir de esta manera con la obligación de mantener nuestro cuerpo en condiciones.

Es por ello que nuevamente debemos bendecir, lo que denominamos “braja ajarona”, última bendición, que cuando incluye pan en la comida se conoce como “birkat hamazon”.
En la parasha que leemos en este shabat, la parasha Ekev, encontramos la fuente y el origen de esta bendición.....”ve ajalta, vesabata, uberajta” “y comerás y te saciaras y bendecirás” (Deuteronomio 8:10).

La comida enseñan nuestros sabios no es un acto mecánico que viene simplemente a servir a nuestro cuerpo. Es también el momento de reconocer la presencia divina incluso en un acto tan simple como la alimentación.

Comer no es lo mismo que llenar el estanque de bencina de nuestro vehículo, sino que tiene implicancias espirituales profundas que nos acercan al Creador y nos hacen reconocer su presencia en el mundo.

La mesa de esta manera se transforma en una especie de altar en el que ofrendamos nuestro reconocimiento al Eterno. Nuestros sabios nos alientan a “lekadesh et hajol”, santificar lo profano, haciendo que actos aparentemente banales alcancen una dimensión sagrada.

No existen en nuestra tradición actos neutros. Se actúa sirviendo a D-s o se actúa en contra de su voluntad. Cada vez que comemos ayudamos a cumplir nuestra misión y tarea en este mundo, ya que nos permite cumplir mitzvot.

Es bueno que cada vez que llevemos un bocado, pensemos sobre esto y elevemos nuestra alimentación por medio del recitado de una braja.

Shabat shalom!!!

Queridos amigos, sin importar lo que digan, opinen y afirmen nuestros enemigos, el actuar del Ejército de Israel, es, sin lugar a dudas, el más ético del mundo. Recientemente, el Tribunal Militar de Apelaciones, ha dado una nueva muestra indesmentible, de hasta dónde llega su rigurosidad sin excepciones de ninguna especie, rigiéndose por códigos y normas que llevan al asombro.

En un atentado terrorista ocurrido en Hebrón, un terrorista palestino acuchilló a varios soldados israelíes, antes que uno de los integrantes de la patrulla, lograra neutralizarlo, al herirlo con un disparo que dejó al terrorista tendido en el suelo.

Estando ya el terrorista imposibilitado de seguir en su demencial actuar, llegó al lugar el soldado Elor Azaría, el cual, al ver a sus compañeros heridos, uso su arma de servicio, eliminando al terrorista de un certero disparo.

Presentado el caso a las autoridades militares, el soldado Azaría fue llevado a tribunales, siendo condenado por asesinato, al haber disparado al terrorista en circunstancias que éste no representaba, dado el estado en que se encontraba, un peligro para los soldados israelíes.

Esta resolución del Tribunal militar, despertó grandes polémicas en Israel. Las posiciones encontradas dividieron tanto a la prensa como a la opinión pública. Tratándose de un terrorista que había agredido a soldados israelíes, dejando a varios de ellos heridos y quedando claro que su intención habría sido asesinarlos, ¿Hasta dónde se debía tener consideraciones humanitarias con tan despreciable individuo? Primero el Tribunal Militar y ahora el Tribunal de Apelaciones, determinó por la unanimidad de sus miembros, que los integrantes del ejército de Israel debe regirse por principios éticos y morales inclaudicable, ya que están basados en la esencia misma de los principios del ser judío y por ningún motivo, uno de sus integrantes, puede transgredir dichas normas.

Si para defender las propias vidas o la de sus semejantes, un soldado da muerte a un terrorista, es, sin duda alguna, un acto de defensa propia, legítimo y adecuado, pero, estando el terrorista herido y sin posibilidades lógicas de continuar con su demencial actuar, por ningún motivo, quien lleva el uniforme militar, debe o puede salirse de las rigurosas instrucciones respectivas.

Este actuar no debería sorprendernos tanto ya que ha sido permanentemente la forma de actuar del Estado de Israel. En estos mismos días, estamos enterándonos que Saeb Erekat, la segunda autoridad en los palestinos, después de Abbas, está siendo tratado en un hospital israelí, por una grave enfermedad pulmonar, estando en lugar preferente para recibir un trasplante de pulmón y, desde hace más de 3 años, el ejército israelí tiene puestos de campaña en la frontera con Siria, donde son atendidos en forma permanente, heridos y enfermos sirios, los cuales, al no tener posibilidades de ser atendidos por hospitales sirios, cada vez concurren en mayor número, a la ayuda de “sus enemigos” israelíes para salvar sus vidas.

Que bendición más grande hemos tenido al pertenecer al pueblo que, sin importar consideraciones de ninguna especie, pone prioritariamente sus conceptos morales y éticos, por encima de cualquier otra consideración.

Título: Einstein .Su vida y su universo
Autor:Walter Isaacson
Género: Biografía
Editorial; Debolsillo , México, 2011

Albert Einstein es uno de los científicos más importantes de la historia y un icono del siglo XX. ¿Cómo funcionaba su mente? ¿Qué le hizo un genio? ¿Cómo era el ser humano detrás del personaje público? Es la primera biografía completa de Albert Einstein escrita con acceso a todos sus archivos y Walter Isaacson logra un extraordinario retrato del personaje y de su época y un fascinante relato de su vida. A partir de la correspondencia privada de Einstein, Isaacson cuenta cómo un funcionario de patentes imaginativo e impertinente (un mal padre con un matrimonio complicado, incapaz de conseguir un empleo en la universidad ni un doctorado) fue capaz de desvelar los secretos del cosmos y comprender los misterios del átomo y del universo.

La creatividad de Einstein estaba ligada a su rebeldía, y su éxito se basó en cuestionar las verdades aceptadas y en asombrarse ante cuestiones que otros consideraban mundanas. Así llegó a una moral y unas ideas políticas que pasaban por el respeto a las mentes libres, los espíritus libres y los individuos libres. Su fascinante historia demuestra la relación entre creatividad y libertad.

Se podría pensar que es éste un libro destinado a físicos profesionales. De ninguna manera, aunque también; pero en él sólo se intenta dar cuenta de las vías que seguía la evolución del trabajo de Einstein, y el espíritu de esta obra es ponerlo al alcance de cualquier persona que quiera acercarse a unos temas que acaso considera esotéricos. Más todavía: si tiene curiosidad por enterarse de un modo sencillo pero correcto de qué cosa es la relatividad o en qué consiste la física cuántica, aquí puede encontrar satisfacción a ese deseo. Por otra parte, esas explicaciones están intercaladas en el momento en que iban apareciendo dentro de la peripecia vital de Einstein.
En definitiva, ésta es una biografía de Einstein y muy completa, con utilización de material inédito hasta ahora, en especial su correspondencia y otros documentos, con lo que es posible seguir casi paso a paso su discurrir.

Según el autor de esta monumental biografía, resulta sorprendente cómo los trabajos fundamentales de Einstein, aquellos que revolucionaron la física, y tal vez el mundo moderno, en el año mágico de 1905, no vieran la luz en una prestigiosa universidad sino en una sencilla oficina de patentes de la ciudad suiza de Berna. Curiosamente, fue allí donde el científico pasó los siete años más creativos de su vida, y quién sabe si la proximidad a la conocida Torre del Reloj de la ciudad suiza, las patentes que hubo de ver sobre coordinación de relojes, y la cercanía a la estaciones del ferrocarril no fueron canales de inspiración para él. Para Isaacson, podría existir un vínculo entre el conocimiento adquirido en aquella oficina y los resultados teóricos; y pone muchas veces como modelo para sus explicaciones de la relatividad la fijación horaria del paso de los trenes.

Ahí quedan su obra y su figura, que podrían resumirse eligiendo como colofón de esta reseña el que ha estampado el autor de este excelente libro: “Y fue así como aquel imaginativo e impertinente funcionario de patentes se convirtió en el adivino que leería los pensamientos del creador del cosmos, en el cerrajero que abriría los misterios del átomo y del universo”.

Dunkerque es la nueva obra de Christopher Nolan, uno de los más interesantes directores actuales del cine de habla inglesa y es, tal vez, su obra mayor a la fecha. Nolan ya había incursionado exitosamente, en interesantes filmes, en el tema del tiempo, su manipulación, su transfiguración, su disolución, como eje narrativo. Allí están “Memento”, “Insomnia”, “Inception (El Origen)”, “Interstelar”, para demostrarlo. También a él debemos la reinvención de un personaje popular como Batman, dotándolo de espesura y madurez, en la trilogía conformada por “Batman Inicia”, “El Caballero de la Noche” y “El Caballero de la Noche asciende”

Comencemos con algunas aclaraciones: ésta no es una película de guerra tal como tradicionalmente se ha entendido, no hay batallas espectaculares, no hay grandes héroes individuales, no abunda la sangre ni los cadáveres mutilados; tampoco es una película histórica, no entrega mayor información sobre lo que fue la Operación Dínamo y su contexto; tampoco es una película acerca de unos personajes y su devenir, aunque aparezcan unos pocos caracteres esbozados superficialmente; tampoco encontraremos una narración al estilo clásico (aristotélico), con planteamiento, desarrollo, clímax y conclusión ordenada y claramente establecidos (excepto el trasfondo general planteado por la lucha para sacar a los soldados aliados derrotados de la playa de Dunkerque)

¿Qué es entonces? Diríamos que es una película sobre la guerra y sus horrores, pero sin recurrir a discursos ilustrativos ni caricaturas. Un film que no nos habla de heroísmo sino de humanidad. Una narración donde los personajes son sólo un medio para retratar un suceso, y no el suceso un contexto para desarrollar los caracteres. La inexistencia de caracteres individuales con los cuales identificarse nos permite, entonces, concentrarnos masivamente en todos y cada uno de los seres envueltos en el drama de la supervivencia. A ello contribuye también la casi inexistencia de diálogos explicativos o dramáticos. Mayormente escucharemos frases sueltas emitidas en medio del caos bélico. Tampoco vemos al enemigo, el ominoso soldado alemán es una presencia permanente que las imágenes no muestran.
Sin embargo, pese a todo el horror de la guerra, hay en el filme humanidad, solidaridad, esperanza.

Pero, por sobre todo, estamos frente a una obra que es la expresión más plena que he visto en los últimos años de lo que es, en esencia, el cine: no es únicamente una máquina de contar historias, sino, como dijera el gran cineasta ruso Andrei Tarkovski, en el cine se trata de “esculpir en el tiempo”. Cada arte tiene sus materiales, y el material por excelencia del cine es el tiempo y su manipulación. Precisamente esto es lo que ha sido la preocupación central del director Nolan en la mayoría de sus películas.

En Dunkerque, Nolan narra simultáneamente tres historias que convergen en la Operación Dinamo. Una es la de los soldados británicos en la costa, que transcurre durante una semana; otra es la de los marineros de un yate civil que se lanzan a las aguas en respuesta al llamado para rescatar a los combatientes, que transcurre a lo largo de un día; y la tercera, sobre la hazaña realizada por un piloto de la Real Fuerza Aérea Británica en cuestión de una hora. Tenemos entonces el cruce de tres espacios y tres tiempos: tierra (una semana), mar (un día) y cielo (una hora), que se entrelazan en la narración siguiendo un orden no lineal ni cronológico, sino alternando los distintos relatos y momentos. El espacio y el tiempo se funden. El tiempo parece alargarse o acortarse en una precisa sinfonía de emociones. Es el cineasta escultor trabajando su material primordial: el tiempo. Es el cine mostrando su esencia misma.

Al notable resultado alcanzado contribuyen también la visualidad y la banda de sonido.

La fotografía, dirigida por Hoyte Van Hoytema, logra, en numerosas escenas, captar el miedo, la claustrofobia, el desorden presentes en esa semana, en ese día, en esa hora. Es el poder de las imágenes en su máxima expresión.

La banda de sonido, mezclando ruidos, gritos, frases sueltas, con la poderosa música de Hans Zimmer, nos envuelve, nos inquieta, no nos da reposo. Estamos inmersos en el pesadillesco ambiente sonoro de la guerra y la desesperación.

Más allá de las inevitables polémicas (como el reclamo francés por no destacar el papel de los soldados galos en la Operación Dínamo), Dunkerque es altamente recomendable para todos quienes quieran experimentar lo que verdaderamente es el cine y ver un filme que, sin dudas, representará una vara muy alta para los cineastas durante muchos años.

Una recomendación final: si quiere apreciarla en toda su magnitud, trate de verla en la sala IMAX, o en todo caso, en una buena sala cinematográfica. No es una película para ser vista en un D.V.D.