Uno de los temores más difundidos entre las personas, que surgen desde la niñez es el temor a la oscuridad. La noche suele ser el momento más complicado tanto para trasladarse, como para atender a alguien o desarrollar una actividad. Incluso en nuestro ciclo biológico, la noche es el momento donde sube nuestra temperatura corporal y parecemos más frágiles.
Para el hombre antiguo, que no tenía la posibilidad de iluminarse con los medios tecnológicos que tenemos nosotros esto eran aún más complicado. No es de extrañar entonces que algunos pueblos antiguos reverenciaran al sol como una divinidad. Es el caso de los egipcios.
La mayoría de las plagas que castigaron a los egipcios demostraban el triunfo de D-s por sobre los dioses paganos. Por ejemplo las primeras plagas golpearon al río Nilo que era una deidad egipcia. La sangre cubrió a todo Egipto transformando al río y a todo depósito líquido en un charco de sangre. De las profundidades del agua surgieron, cientos, miles y miles de ranas que taparon a toda la nación. E l río, una deidad para los egipcios, era herido y castigado y de sus mismas entrañas brotaban las plagas que a la vez golpeaban a la población.
Las últimas tres plagas que se relatan en la parasha que leemos este shabat, parasha Bo, tienen relación con la oscuridad (la langosta que oscureció el horizonte, las tinieblas y la de los primogénitos que ocurrió a la medianoche). Todas ellas nos muestran que las plagas divinas derrotan al dios Ra de los egipcios que era el sol y la luminosidad.
Lo primero que creó D-s tal como se nos relata en el primer capítulo del Génesis, de Bereshit, es la luz, ”vaiehi or” “ y fué la luz”. Fue la primera creación, el primer día. La luz no se creó sola, no es un dios, es una creación divina.
El cuarto día sucede lo mismo con el sol, que tampoco es una divinidad para nuestro pueblo, sino que es producto de la creación divina junto a los demás astros, y objetos celestiales.
Vivimos en el mundo momentos de oscuridad y de tinieblas. Terrorismo y muerte cruel y sin piedad. En Europa, en Estados Unidos, en América Latina (recordemos los atentados en Argentina, aún no esclarecidos y la extraña muerte del fiscal Nisman del que se cumplió la semana pasada dos años) Ya no es solo el Medio Oriente el teatro de estos actos.
Nuestra sociedad anhela luz, claridad, calor, una visión positiva y entusiasta sobre lo que vendrá. Anhela la tranquilidad de ver las cosas tal como son y no oscurecidas por el temor o la inseguridad.
A veces el mundo aparece oscuro, frio, tenebroso. Anhelamos que muy pronto la luz de la justicia nos ilumine y que la claridad nos permita ver un futuro mejor, más transparente, más claro, más optimista.
Shabat shalom!!!
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