Mi abuela materna Allegra Franses Ciutto nació en Salónica, lugar donde sus antepasados estuvieron, quien sabe por cuántas generaciones, después de la expulsión de los judíos de España y vivieron allí libres, tranquilos, productivos en todo sentido, totalmente ajenos a lo que iba a pasar en el siglo XX.

La comunidad judía de Salónica fue una de las comunidades sefardíes más importantes del mundo. En su apogeo, alrededor del año 1550, era la única ciudad del mundo con mayoría judía. Su población contaba especialmente con miles de refugiados que habían sido expulsados de España y Portugal. Entre sus ilustres sabios se cuentan Rabbi Shemuel de Medina, Rabbi Moshe Almosnino, Rabbi Yaakob Ibn Habib, etc. En 1900 había aproximadamente 80.000 judíos de Salónica, de una población total de 173.000 almas. Para tener una idea de la dimensión de la comunidad de Salónica, en ese mismo año, por ejemplo, la importante comunidad de Damasco en Siria contaba con un poco más de 10,000 judíos. Los judíos de Salónica se destacaban en todas las profesiones: comerciantes, abogados, médicos, maestros, etc. Los estibadores judíos del puerto de Salónica eran famosos en el mundo entero. Durante Shabat, el puerto de Salónica, uno de los más importantes de Europa, permanecía cerrado, ya que los judíos no trabajaban. Había 49 sinagogas en Salónica y un cementerio Sefaradí de 500 años de edad, con medio millón de tumbas. El lenguaje oficial de los judíos de Salónica era el ladino.

Durante los años 1900 muchos judíos dejaron Salónica y emigraron a los EE.UU., Francia e Israel. Aún así, la población judía pre-Segunda Guerra Mundial de Salónica contaba con 56.000 almas en 1941 cuando los nazis llegaron a Salónica.

En abril de ese año, Alemania invadió Grecia, el rey Jorge II huyó de Atenas, y se instaló un régimen pro nazi, con el país dividido en tres zonas diferentes. Atenas y ciertas islas estaban bajo el control de Italia; Macedonia oriental estaba bajo el control de Bulgaria; y los nazis controlaban Salónica. Pronto, un gueto fue creado para los judíos de Salónica y se vieron obligados a llevar la estrella amarilla. Espectáculos públicos aterradores de humillación de judíos se convirtieron en algo común, y no pasó mucho tiempo antes de que fueran deportados a los campos de concentración, lo cual comenzó en Marzo de 1943. Esto llevó al saqueo generalizado de los hogares y negocios judíos.

Los nazis destruyeron las sinagogas, las escuelas judías, las bibliotecas, y profanaron el cementerio judío. El 95 por ciento de los judíos de Salónica, 54.000 judíos, fueron asesinados en Auschwitz-Birkenau, o murieron durante la larga y agotadora “Marcha de la muerte” desde enero a mayo de 1945.
Salónica actualmente poco y nada dice de la presencia de los judíos en ese lugar.

El Holocausto nazi es algo que nunca puede ni debe olvidarse y es también un tema que obsede a muchos judíos cuyos padres y abuelos fueron víctimas o vivieron en esa aciaga época de la humanidad. Hijos y nietos de sobrevivientes, de alguna manera llevan en su vida consciente o inconscientemente la impronta de ese horror. También ha marcado a aquellos, judíos y no judíos que se siguen preguntando cómo pudo ocurrir algo así y asimismo , a los que piensan en si existe alguna manera en que se pueda evitar que esto, o algo similar, ocurra nuevamente en el mundo a los judíos o a otros pueblos o seres humanos. Actualmente los judíos tanto de Israel como del mundo vivimos momentos complicados. Si bien muchos han trabajado y aún trabajan para este propósito, quienes formamos parte de las distintas comunidades judías del mundo y de Chile debemos plantearnos una vez más: ¿Bastará con no olvidar o todos tenemos que hacer algo más?

Siete días enserrados

Siete días enserrados Siete dias enserrados es un poema de David Haim quien sobrevivió el Holocausto y emigró a Tel Aviv. Este poema describe el viaje en tren desde Salónica a los campos de concentración. Fue escrito en Auschwitz. David Haim fue el único sobreviviente de toda su familia.

Fuente: Unidos con Israel

Días atrás tomé un taxi para regresar a casa y me encontré con que el chofer llevaba encendida la pantalla de su mini televisor y estaba concentradísimo en uno de los últimos capítulos de la telenovela “Moisés y los diez mandamientos”. Dejaré de lado el peligro de accidentes que esto produce, para comentar otros aspectos, de lo que esto es un síntoma. Digamos inicialmente que esta experiencia me recordó otra similar, vivida años atrás, en Cuba, cuando el bus en que viajaba se detuvo frente a una casita guajira (con antenas en su techo) y todos los pasajeros, incluido el chofer, descendieron para ver el último capítulo de la telenovela “La esclava Isaura”. Luego me enteré que todo el país se había detenido a esa hora.

Comenzaremos con algunos comentarios acerca del género de la telenovela.
La telenovela es un género heredado del melodrama y de la novela folletinesca decimonónica, cuyas reglas adapta al medio audiovisual. Se trata de narraciones dirigidas a un amplio público, con estructuras claramente establecidas y personajes arquetípicos definidos, cuya temática es mayoritariamente de tipo amoroso, de tono dramático y habitualmente con un final feliz. Muy recientemente se han incorporado otras temáticas, pero siempre articuladas con el melodrama romántico.

Si analizamos, por ejemplo, los personajes femeninos, veremos que aparecen los dos grandes arquetipos femeninos de los mitos: la gran tentadora culpable (Eva, extraída de una cierta lectura del Génesis bíblico) y su opuesto, la heroína virtuosa (extraída también de relatos bíblicos, como la historia de Ester), con variantes como la adúltera calculadora (Betsabé) o la pecadora arrepentida (María Magdalena).

Sus argumentos suelen seguir el esquema clásico de los “cuentos maravillosos” del folklore y la mitología. Así, tenemos a un héroe (normalmente una mujer joven y pobre; o una pareja de jóvenes enamorados, usualmente de distintas clases sociales), que, en su viaje a la felicidad se enfrenta a una serie de obstáculos y seres malignos (pretendientes despechados, padres intolerantes, amigas envidiosas, patrones despóticos, etc.) que se le oponen. Luego de un sinnúmero de peripecias, ayudados por diferentes aliados (amigos, benefactores, etc.), alcanzarán la felicidad (o algo parecido) en el capítulo final, después de un enfrentamiento final entre los protagonistas y los villanos. Es el esquema clásico de “La Cenicienta” o la “Bella Durmiente del Bosque”, estudiado en profundidad por autores como Joseph Campbell o Vladimir Propp). Actualmente se han ido incorporando a esta temática básica elementos del policial, suspenso, thriller, comedia, etc.

Se trata de un género fundamentalmente latinoamericano, siendo las primeras telenovelas producidas en Brasil, Cuba y México en la década de los 50 y alcanzando resonancias mundiales con la teleserie mexicana “Los ricos también lloran” (1979). Anecdóticamente puedo dar testimonio del éxito de esta teleserie en un lugar tan distinto o alejado como Uzbekistan, en la entonces URSS o de “La esclava Isaura” en… ¡China! A partir de 1995, el lugar de las mexicanas, lo ocuparon las brasileñas. Actualmente las telenovelas gozan de gran popularidad en toda América Latina y en países como Portugal, España, Italia, Grecia, Europa del Este, Asia Central, el Cáucaso, Turquía, China, Filipinas, Indonesia, Israel, Eslovenia y también los países de África, especialmente en la excolonia española de Guinea Ecuatorial donde se consumen las telenovelas mexicanas.

Sin dudas, las telenovelas causan gran impacto en la sociedad, especialmente en los niños. Al ser programas que se transmiten a toda hora, un niño puede presenciar situaciones o acciones que a lo largo del tiempo puede adoptar como propias, es decir, se deja influenciar por un medio de comunicación que no siempre es controlado por los padres o educadores. Pero no sólo los niños, las telenovelas, por su masividad y dado que sus personajes son introducidos en el espacio doméstico, casi como un familiar más, son un instrumento útil para difundir valores y modelos de comportamiento en amplios sectores de la población, por lo que suelen ser usadas por los grupos políticamente dominantes para difundir su ideología o distraer al televidente de los grandes problemas reales o por los grupos económicos más influyentes para orientar pautas de consumo. En síntesis, construyen un imaginario integrador compartido.

Volvamos a nuestro taxista: además de darme una detallada relación de los sucesos narrados por la teleserie en los capítulos anteriores, me contó toda clase de detalles acerca de los actores que interpretan a los distintos personajes, cruzados por historias de éxitos y fracasos, y también de redención (una ex actriz del porno, ahora revindicada como persona respetable por su paso a la telenovela, casi una telenovela en sí misma). He aquí otro aspecto a tener presente: no solo el relato televisivo, sino también el relato de los avatares (reales o no) de los actores devienen parte de la cultura de masas, con sus consiguientes efectos en los valores y actitudes del público espectador.

Bueno, ya se me acabó el espacio y no he comentado nada de “Moisés y los diez mandamientos”. Lo haremos en el próximo Jadashot. Digamos por ahora que “Moisés...” surge de Rede Record, propiedad de Edir Macedo, fundador de la Iglesia Universal del Reino de Dios y que su éxito fue tal que no sólo desplazó del rating a la famosa señal O Globo (líder indiscutida de las telenovelas) sino que también llegó a superar en espectadores a los partidos de Brasil para las eliminatorias del Mundial de Rusia. Éxito que hasta hoy se ha extendido a países como Chile, Guatemala, Panamá, República Dominicana y hasta los Estados Unidos. La próxima semana continuaremos hablando de este fenómeno televisivo y su significado.

SHABAT SHALOM!!!